Una experiencia del parto negativa (en partos de riesgo, pero no necesariamente) puede ser suficiente para que se presente un cuadro de TEPT posparto, incluso en madres sin síntomas previos.
Hay múltiples factores que pueden desencadenar un cuadro de estrés postraumático tras el parto; además del dolor y el miedo a la muerte propia o del bebé, pueden contribuir las secuelas de abusos sexuales que afloran sorpresivamente durante el parto, la sensación de indefensión ante un trato inadecuado, las complicaciones obstétricas derivadas de intervenciones anteriores innecesarias, soledad… Evitar intervenciones innecesarias, favorecer la toma de decisiones, un acompañamiento elegido, proporcionar un trato respetuoso y exquisito a todas las parturientas, así como brindar apoyo profesional a aquellos que lo necesitan, ayudan a prevenir el trauma y sus consecuencias sobre el vínculo madre-bebé.
La doctora Sharon Dekel, profesora asociada de psicología en la Harvard Medical School e investigadora principal en el Departamento de Psiquiatría del Hospital General de Massachussetts, ha centrado sus investigaciones en el trastorno de estrés postraumático (TEPT) posparto. Hasta ahora ha entrevistado a más de 1.500 mujeres, a las que ha analizado con herramientas clínicas, fisiológicas y de neuroimagen.
Según sus resultados, hay tasas entre un 4,6% y un 6,3% de prevalencia del TEPT posparto tras nacimientos a término, y un 16,8% de las madres mostraban síntomas clínicamente significativos, sin llegar a cumplir los criterios diagnósticos. Eso quiere decir que este trastorno podría estar afectando a millones de madres y bebés en todo el mundo al cabo del año.
Entre los factores que pueden contribuir al desarrollo de esta sintomatología están los problemas de salud mental previos en la madre, un historial de violencia sexual, o la falta de apoyo social, pero una experiencia del parto negativa (en partos de riesgo, pero no necesariamente) puede ser suficiente para que se presente un cuadro de TEPT posparto, incluso en madres sin síntomas previos.
En cuanto a la experiencia del parto, la investigación reveló que tiene que ver tanto con factores objetivos, como las complicaciones obstétricas o el riesgo de muerte durante el parto, como con factores subjetivos: cómo vivió la mujer el parto, o su reacción emocional inmediata. Si la mujer cuenta su parto como una experiencia traumática, esa valoración negativa también puede dificultar la curación.
En una muestra de 800 mujeres, entrevistadas tres meses después de dar a luz, el equipo de investigación de Dekel encontró que aquellas que habían requerido una cesárea de urgencia o un parto instrumental tenían mayores tasas de estrés postraumático desencadenado por el parto. También vieron un factor de riesgo en la duración del parto y la falta de sueño previo al nacimiento, así como en los niveles más altos de distrés emocional durante el parto.
«Las mujeres a menudo se avergüenzan de no haber disfrutado de la experiencia del parto«, explica Dekel, y creen que debería manejar la respuesta traumática desencadenada «‘simplemente superándolo’. Esa es una idea que habitualmente no propicia el desarrollo de estrategias de afrontamiento. A sus sentimientos se suelen sumar la falta de sueño, el estrés y la responsabilidad, lo que conduce a un círculo vicioso».
La recomendación de Dekel es la de que el personal sanitario pregunte a todas las mujeres cómo fue su experiencia de parto, para, a partir de sus respuestas, poder evaluar si existe TEPT posparto y derivar en caso necesario a los profesionales de salud mental. También sugiere a las parejas, familias y amigos que «permitan a la madre compartir su experiencia, buscar ayuda profesional si la necesita. Es importante contribuir y ayudar a la madre a desarrollar el vínculo con su bebé, además de darle tiempo para centrarse en ella misma».
Entre los objetivos del equipo de investigación de Dekel está la asistencia a las mujeres después del nacimiento, y para ello están trabajando en varias líneas:
- Una herramienta de screening que se basa en el aprendizaje automático (machine learning) para predecir el riesgo de que una mujer desarrolle trastorno de estrés postraumático posparto, identificando así las mujeres en riesgo y ofreciéndoles intervenciones apropiadas.
- Con la financiación del NIH han estado probando un spray nasal de oxitocina, la hormona que favorece el vínculo entre madre y bebé como un tratamiento inmediato posparto, gracias a su facilidad de aplicación; ya que el estrés postraumático desencadenado por el parto dificulta el desarrollo del vínculo: la investigación encontró niveles más bajos de apego con el bebé en los primeros meses entre las madres que lo padecían.
- Un test sanguíneo que localice biomarcadores de riesgo: a través del análisis de los niveles hormonales en el eje hipotalámico-hipofisario-adrenal, que podrían indicar si la madre ha vivido el parto como una experiencia estresante.
En el futuro, aspiran a poder abrir un centro propio dentro del hospital para las madres que han vivido partos traumáticos, donde combinar la investigación clínica y los cuidados, y ofrecer desde allí a las familias un tratamiento holístico e integral que empiece de inmediato y continúe a largo plazo donde aplicar sus ideas e intervenciones innovadoras.
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Formación relacionada:
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Dekel, S., Stuebe, C. & Dishy, G. (2017). Childbirth induced posttraumatic stress syndrome: A systematic review of prevalence and risk factors. Frontiers in Psychology, 8(560). https://doi.org/10.3389/fpsyg.2017.00560.Dekel, S., Ein-Dor, T., Berman, Z., Barsoumian, I.S., Agarwal, S., Pitman, R.K. (2019). Delivery mode is associated with maternal mental health following childbirth. Archives of Women’s Mental Health, 22(6), 817-824. doi: 10.1007/s00737-019-00968-2.Dekel, S., Thiel, F., Dishy G., Ashenfarb, A.L. (2019). Is childbirth-induced PTSD associated with low maternal attachment? Archives of Women’s Mental Health, 22(1), 119-122. doi: 10.1007/s00737-018-0853-y.